"Nadie ama lo que no conoce", dijo Goethe alguna vez. Y es ley. La educación a distancia hoy no escapa a ella.
El video del profesor Area Moreira, sobre la historia de la educación a distancia, contiene un dato curioso: hace casi 100 años ya era necesaria esta modalidad educativa.
Entonces, ¿por qué en pleno siglo XXI aún nos resistimos a enseñar y a aprender de esta manera?
Creo que la enseñanza virtual debe sortear dos obstáculos en la sociedad de hoy, que a su vez, están íntimamente relacionados, a saber: el desconocimiento y los prejuicios.
Por un lado, a diferencia del libro, en el que sabemos en qué párrafo de qué página encontramos lo que queremos transmitir, basta con hojearlo, este "ecosistema virtual", como lo define Area Moreira, es tan vasto que resulta imposible de abarcar con una "ojeada". Esto provoca cierta incertidumbre y quizás, hasta desconfianza. Es de público conocimiento que en la red, la nube o, simplemente, internet -como se la llame- no todo lo que brilla es oro.
Además, internet goza de "mala prensa", pues apenas nació le endilgaron el mote de "perdición de la juventud". Es decir, no sirve para nada. O mejor dicho, para lo único que sirve es para arruinar a nuestros jóvenes. Ahora, si seguimos este razonamiento, los adultos estaríamos salvados de los daños colaterales. Por lo tanto, tendríamos la responsabilidad de salvar el prestigio de la red de redes. Brindando y recibiendo enseñanza, quizá sea un buen camino.
Por lo tanto, uno de los desafíos que tiene la docencia virtual es el de guiar, mostrar el camino, fomentar un uso responsable tanto de la información como de las herramientas. En otras palabras, esto sería aplicar el juicio crítico sobre la red para así seleccionar, en ese maremagnum de datos, cuáles son de calidad; y además optimizar el uso de aplicaciones adecuadas y el tiempo.
De este modo, la docencia a distancia tendría la oportunidad de demostrar que internet y la tecnología son aliados del progreso profesional e intelectual. Sería un modo de hacer conocido lo desconocido.
Por otro lado, no me canso de pensar en qué visión es la que la sociedad tendrá de un docente que da clases desde su casa, que resuelve alguna duda desde el consultorio donde espera que llegue su turno para ser atendido, desde la habitación de un hotel mientras desayuna o desde un taxi, camino a hacer un trámite.
"Docentes eran los de antes. Los de hoy ya no quieren dar clases" son ideas tan prejuiciosas como difundidas en este mundo, en el con solo hacer un clic ya nos hemos contactado con el otro.
Este es uno de los grandes prejuicios que debe derribar la educación a distancia: la creencia de que quien trabaja desde casa no trabaja.
Ambas cuestiones son producto del desconocimiento y esto lleva a que este modo de enseñanza no sea considerado como uno de los caminos serios y posibles de aprendizaje seguro y significativo.
He aquí la justificación del título de esta entrada: para hacer conocido lo desconocido y que esta modalidad de enseñanza-aprendizaje se abra camino en esta sociedad 2.0 les dejo mis propuestas para la campaña de sensibilización a favor de la educación virtual.
He aquí la justificación del título de esta entrada: para hacer conocido lo desconocido y que esta modalidad de enseñanza-aprendizaje se abra camino en esta sociedad 2.0 les dejo mis propuestas para la campaña de sensibilización a favor de la educación virtual.
Un ecosistema, a través del que nos animamos a comprar por internet desde botones hasta el teléfono o la computadora más caros, nos debe servir para enriquecernos cultural, intelectual y profesionalmente. Como habitantes del siglo XXI, nos lo debemos.