miércoles, 5 de octubre de 2016

Con el báculo indeciso, TICtubeando voy







"Lento en mi sombra, la penumbra hueca 
exploro con el báculo indeciso...",

 (J.L. Borges en el Poema de los dones


He elegido estos versos de Borges para iniciar este artículo sobre la reflexión acerca de mis competencias en TIC como docente, porque es exactamente la imagen que se me vino a la mente cuando elegí el título de este blog hace unos meses: esa idea de caminar a tientas en un espacio que se revela incierto, desconocido, en el que uno toca, sin saber qué aparecerá ni qué resultados obtendrá...

TICtubeando ando surgió al comienzo del curso EaD y Diseño de Materiales, allá por el 1 de agosto de 2016. Había que elegir un nombre y se me ocurrió un juego de palabras. Pero no fue cualquier juego de palabras: en aquel momento, quise que el título de mi blog reflejara, sobre todo, mi inseguridad ante las TIC como docente.

En aquel momento, al crear el blog, una de las tareas era socializarlo en el grupo de Facebook y en Twitter, y a muchos les resultó original el nombre. Sin embargo, al llegar a la actividad 3.2 del módulo y al resolverla, he corroborado que no hay mejor designación para este trabajo que la idea de titubeo que lleva de manera casi explícita. La tarea vino a confirmar que esa es mi situación: la de una persona que, a pesar de usar la tecnología, de haber incorporado herramientas tecnológicas en su trabajo cotidiano como docente, no hace más que titubear entre las TIC, que andar a tientas. ¿Cuál es mi báculo? Mi curiosidad. Ella me ha guiado para descubrir algunas cosas, pero este es el momento de asumir que no sé nada de TIC.

Aquí les dejo la tabla que confeccionamos en grupo e individualmente. Como podrán ver, si les interesa, no tengo ni siquiera idea de cuánto tiempo puede llevarme adquirir los conocimientos que me faltan y además, desde el inicio descubrirán cuál es mi mayor debilidad al respecto.

Eso sí: creo que he dado un paso para avanzar. He reconocido que "sólo sé que no sé nada" 

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Actividades de Moodle

Resultado de imagen para moodle

Moodle es una aplicación web de tipo Ambiente Educativo Virtual a través de la cual los docentes pueden gestionar cursos. Es de distribución libre y favorece la creación de comunidades de aprendizaje en línea. 
Consiste en un software cuya principal característica es que está hecho en base a la pedagogía social constructivista, en la cual la comunicación tiene un espacio relevante para la construcción del conocimiento. 
En el segundo módulo del curso EaD (Educación a Distancia), hemos accedido a la plataforma y hemos realizado un trabajo sobre las actividades que ofrece. He aquí mi trabajo

miércoles, 17 de agosto de 2016

No se ama lo que no se conoce

"Nadie ama lo que no conoce", dijo Goethe alguna vez. Y es ley. La educación a distancia hoy no escapa a ella.
El video del profesor Area Moreira, sobre la historia de la educación a distancia, contiene un dato curioso: hace casi 100 años ya era necesaria esta modalidad educativa.
Entonces, ¿por qué en pleno siglo XXI aún nos resistimos a enseñar y a aprender de esta manera?
Creo que la enseñanza virtual debe sortear dos obstáculos en la sociedad de hoy, que a su vez, están íntimamente relacionados, a saber: el desconocimiento y los prejuicios.
Por un lado, a diferencia del libro, en el que sabemos en qué párrafo de qué página encontramos lo que queremos transmitir, basta con hojearlo, este "ecosistema virtual", como lo define Area Moreira, es tan vasto que resulta imposible de abarcar con una "ojeada". Esto provoca cierta incertidumbre y quizás, hasta desconfianza. Es de público conocimiento que en la red, la nube o, simplemente, internet -como se la llame- no todo lo que brilla es oro.
Además, internet goza de "mala prensa", pues apenas nació le endilgaron el mote de "perdición de la juventud". Es decir, no sirve para nada. O mejor dicho, para lo único que sirve es para arruinar a nuestros jóvenes. Ahora, si seguimos este razonamiento, los adultos estaríamos salvados de los daños colaterales. Por lo tanto, tendríamos la responsabilidad de salvar el prestigio de la red de redes. Brindando y recibiendo enseñanza, quizá sea un buen camino.
Por lo tanto, uno de los desafíos que tiene la docencia virtual es el de guiar, mostrar el camino, fomentar un uso responsable tanto de la información como de las herramientas. En otras palabras, esto sería aplicar el juicio crítico sobre la red para así seleccionar, en ese maremagnum de datos, cuáles son de calidad; y además optimizar el uso de aplicaciones adecuadas y el tiempo.
De este modo, la docencia a distancia tendría la oportunidad de demostrar que internet y la tecnología son aliados del progreso profesional e intelectual. Sería un modo de hacer conocido lo desconocido.   
Por otro lado, no me canso de pensar en qué visión es la que la sociedad tendrá de un docente que da clases desde su casa, que resuelve alguna duda desde el consultorio donde espera que llegue su turno para ser atendido, desde la habitación de un hotel mientras desayuna o desde un taxi, camino a hacer un trámite.
"Docentes eran los de antes. Los de hoy ya no quieren dar clases" son ideas tan prejuiciosas como difundidas en este mundo, en el con solo hacer un clic ya nos hemos contactado con el otro.
Este es uno de los grandes prejuicios que debe derribar la educación a distancia: la creencia de que quien trabaja desde casa no trabaja.
Ambas cuestiones son producto del desconocimiento y esto lleva a que este modo de enseñanza no sea considerado como uno de los caminos serios y posibles de aprendizaje seguro y significativo.
 
He aquí la justificación del título de esta entrada: para hacer conocido lo desconocido y que esta modalidad de enseñanza-aprendizaje se abra camino en esta sociedad 2.0 les dejo mis propuestas para la campaña de sensibilización a favor de la educación virtual.
Un ecosistema, a través del que nos animamos a comprar por internet desde botones hasta el teléfono o la computadora más caros, nos debe servir para enriquecernos cultural, intelectual y profesionalmente. Como habitantes del siglo XXI, nos lo debemos.
           

sábado, 13 de agosto de 2016

Recalculando...

El mundo cambia en fracción segundos y el sistema educativo tarda 200 años en entender el cambio. Paradójicamente, la educación, concebida como el motor de la transformación social y que lleva en su ADN la palabra cambio, es la actividad social más arraigada a las tradiciones.

Hasta hace unos años, los docentes no teníamos competencia en el aula. Todavía recuerdo cuando la directora de la primera escuela en la que di clases, allá por el 2004, me decía: "Vos mandás en el aula. Sos dueña de hacer lo que quieras".

Debe ser por este concepto de docente, por ese rol de amo y señor de la clase que nos atribuyeron -que nos creímos y nos queda como anillo al dedo-, que hoy cuesta que nos aggiornemos y cedamos espacio a los alumnos y a los aparatos. Quizá sea el miedo a sentirnos prescindibles, lo que hace que hoy, en pleno siglo XXI, hablemos de "prohibir el celular en las aulas".

El celular es nuestra gran competencia, el enemigo a combatir. En contrapartida, los marcadores y el pizarrón, que son nuestros aliados, siempre y cuando no nos falle la voz.

Así, la realidad nos abofetea todos los días con estadísticas que son motivos de análisis de toda la comunidad educativa y siempre llegamos a la misma conclusión: "A los chicos de hoy no les interesa nada". Como si alguien les hubiera preguntado a sus alumnos qué es lo que les interesa.

¡No! ¡No les interesa lo que nosotros tenemos para decirles, porque es "cuento viejo"! Los docentes de hoy, con nuestros contenidos y nuestras estrategias anquilosados, somos como el diario de papel en el ambiente periodístico: cada vez estamos más cerca de extinguirnos porque tenemos la noticia vieja, por lo tanto, ya no es noticia sino historia.
   
En esto andamos... peleándonos con la novedad, con lo novedoso, con lo que nos rompe el orden de la clase, con lo que distrae y no deja que nuestros alumnos nos escuchen. Sin embargo, como dicen Antonio Bartolomé y Mariona Grané:

"Debemos ser conscientes de que, en el momento actual, las TIC representan un cambio disruptivo en nuestro sistema productivo y en el sistema de gestión y transmisión de información. No son una tecnología más, o no son solamente una herramienta más. Por un lado, cambian la forma de comunicarnos, de relacionarnos con los contenidos, de crear nuevas informaciones... y, por otro lado, son recursos que nosotros mismos creamos para cambiar y optimizar esta relación con el entorno, las personas, las informaciones..."  http://www.revistaaloma.net/index.php/aloma/article/viewFile/173/115

Y como ilustra María Acaso en el siguiente video  https://www.youtube.com/watch?v=ZFWG8zBmUXM, creo que estamos viviendo tiempos que requieren que actualicemos nuestras aplicaciones y reiniciemos el sistema...

A continuación les dejo el mapa mental que construí.    

https://www.mindomo.com/es/mindmap/931ef379d9924c34b363c57b2d86426d

viernes, 5 de agosto de 2016

Haciendo camino al andar...

Mi trayectoria académica como alumna de la FFyL de la UNCuyo duró 16 años (1999-2015), lo suficiente como para analizar la evolución de las TIC en mi formación como docente. ¿No les parece?
Hete aquí mi análisis.

Hace 15 años, en el segundo año de mi carrera, si me hubieran pedido que definiera los siguientes términos, el resultado habría sido el siguiente:
*red: un tejido de hilos plásticos que divide al medio una cancha de voley. Y bueno, esa era para mí la más conocida. ¡Ni las medias de red existían!
*Navegar: subirse a un barco y zarpar.  Y listo... Paremos de contar.
*Navegar en red: una metáfora oscura. Imposible que mi mente estableciera una analogía.
*Correo electrónico: no sabe, no contesta.
*Redes sociales: clubes donde la gente, socios o miembros de la misma comunidad, se reunían con distintos fines.  
*Web: apócope de güevada. Me guardo otras cosas que me vienen a la cabeza.
*Aplicación: lo que se necesita para estudiar y terminar la carrera en tiempo y forma (algo que a mí,  evidentemente, no me caracterizó).  
*Digitales: las huellas, esas que dicen que somos únicos e irrepetibles, como el ADN, también llamadas dactilares.
*Video: eso que pasaban por la tele en algún que otro programa de música.
*Celular: perteneciente o relativo a la célula.
*Virus: gripe, meningitis o sida (en aquellos años estaba en boga). También podía ser para mí, que ya contaba con unos añitos, un grupo musical de los '80, autor de Hay que salir del agujero interior, por ejemplo.
*Viral: enfermedad contagiosa.

Y así...

Ahora, esto no era privativo de mi condición: una persona que viajaba a estudiar desde Lavalle, desde una zona que limitaba con el más pleno desierto lavallino. No. Esto era un estado compartido por casi todos mis compañeros. Estos términos no existían en nuestro vocabulario porque no conocíamos las realidades a las que hoy designan. Sencillamente, no existían ni la forma ni el contenido. Escasa y tímidamente, algunos hablábamos de PC, disquetes, word y excel. Podíamos imprimir en impresoras de matriz de punto. Yo tenía una Epson, recuerdo.

Esto era todo el conocimiento tecnológico con el podía/mos contar allá por el 2001.

En la facultad esto se notaba. Así, pedir libros prestados en la biblioteca, una tarea tan sencilla hoy, para nosotros implicaba un proceso que comenzaba con la búsqueda en los ficheros de la sala de lectura. Se rastreaba la ubicación de la obra en abultados cajoncitos en los que las citas bibliográficas estaban ordenadas alfabéticamente, por autor, y en el margen tenían un número y una letra mayúscula escritos con lápiz, que indicaban la ubicación en el anaquel.
Trabajo era buscarlos y trabajo también era registrarlos.  
¿A quién no le habrá ocurrido pasar un tiempo bastante largo tratando de encontrar la ubicación del libro, pero al llegar a la biblioteca, escuchó: "está prestado", "se ha perdido", "no sale a domicilio" o "está mal la ubicación"? Tiempo perdido.


Con el correr del tiempo y los avances tecnológicos , llegó el día en que descubrí el concepto de "fácil acceso a la información". Fue cuando apareció una computadora en la sala de lectura de la facultad y al lado de ella había una persona que guiaba a los alumnos en la búsqueda digital de las ubicaciones de los libros.
Ese fue el momento, en que comenzamos a notar que algo estaba cambiando. Los materiales eran accesibles, fáciles de encontrar, y además, los hallábamos en nuestra biblioteca, en las de otras facultades y a la Central. Por lo tanto, no implicó sólo rapidez en la búsqueda, sino también una ampliación de los recursos.

Por otro lado, simultáneamente, hasta ese momento, había pocas formas de compartir información entre compañeros: una era la fotocopia y la otra, en el mejor de los casos, el disquet. Los apuntes se fotocopiaban, los libros se fotocopiaban, las filminas que presentaban los profesores en las clases se fotocopiaban. Todo. Y nada era más tedioso que hacer fila en la fotocopiadora.  Hasta que nos enteramos de que existía internet.
Está bien, convengamos que la teníamos, pero dosificada: en la sala de informática de la facultad podíamos usar internet con la condición de haber pagado el carnet de biblioteca; en la biblioteca central, pagábamos un peso por hora, cual ciber.

A todo esto, los profesores seguían -sin moverse ni un ápice- inmersos en sus clases magistrales, con la tiza y el pizarrón, las fotocopias y las filminas (que eran lo más avanzado hasta el momento). Tradición era tradición, costumbre era costumbre. ¿Videos? ¿Power points? ¿Actualización a través de la red de redes? No eran recursos posibles de utilizar por dos razones, una material y otra personal: la primera era la escasez de herramientas y, además, internet comenzaba a ser conocida, y la segunda, el miedo.

Cuando los alumnos empezábamos a hablar de artículos o autores que habíamos descubierto en nuestras incipientes navegaciones en la red, los profesores se ponían en guardia y tendían a cercenar el desarrollo con el argumento "internet no es confiable".
No obstante, como todo cambio de este tipo, no hubo forma de detenerlo y a mí, personalmente, me cautivó.
Entonces, llegaron tiempos en que el olorcito del papel me gustó tanto como los formatos ePUB y pdf; tiempos en que escribir manuscrito o digital me empezó a dar lo mismo; tiempos de valorar otras formas de aprender y de adquirir conocimientos, tiempos de perderle el miedo al cambio y de aprovechar todo lo que él nos provee, tiempos de correr riesgos y de emprender desafíos.

En este proceso, la facultad tuvo algo que ver también, pues estos planteos fueron acompañados por profesoras entusiastas, inquietas y curiosas, de las cuales también había algunas y que al llegar al final de mi carrera encontré en Didáctica de la Lengua y la Literatura. Con ellas empecé a hablar de las TIC en el aula y con ellas aprendí que hoy los docentes no tenemos límites en materia de herramientas, que nuestro único límite es la credibilidad.
Así hoy, escribo esta entrada desde una tablet; en mi trabajo,
antes que una clase magitral(mente aburrida), prefiero que haya otros recursos que la hagan más entretenida y dinámica; corrijo desde mi celular y leo de todas formas y en todos los formatos...
No sé cuán bien lo hago, pero me animé. Eso ya es bastante.



Por eso, no me arrepiento de haber extendido mi carrera tres veces más de lo que correspondía, pues empecé creyendo que sólo se podía adquirir conocimiento en los libros y ahora lo busco y lo persigo por diferentes caminos y medios. Mis compañeros inseparables son un libro y una máquina, ambos van conmigo a todos lados.
Ahora, pregúntenme por los conceptos del principio...




martes, 2 de agosto de 2016

Esta soy yo... resumida

Hablar de mí siempre me resulta una tarea compleja. Quizás esto tenga que ver con una de mis frases de cabecera, a saber: "Antes muerta, que sencilla". Pero bueno. Ahí va mi breve autobiografía no autorizada.
Nombre y apellido: Gabriela Andrea Heredia.
Edad: es un dato que, a esta altura, forma parte del secreto de sumario. Por lo tanto, hasta que la Justicia no me dé el OK no lo podré publicar.
Profesión: profesora en grado universitario en Lengua y Literatura. Me gradué en la UNCuyo.
Ocupación: ejerzo el apostolado de la docencia en el ITU sede Este (Rivadavia y San Martín), donde dicto Comprensión y producción de textos. Además, soy correctora de diario UNO de Mendoza.
Mi descripción: soy una persona plenamente feliz con lo que hago: la docencia es mi lugar en el mundo, ese donde me muevo como pez en el agua, y brego cada día para que eso no cambie... Ser una docente creativa es mi meta.
Mi personalidad: la sintetiza la frase de Julio Cortázar "mi diagnóstico es sencillo: sé que no tengo remedio".

En definitiva, soy como https://www.youtube.com/watch?v=KHPOJR9osIA